lunes, 21 de septiembre de 2009

Corvis

Ahhhh la siempre grande y majestuosa Corvis, La ciudad de los Fantasmas la llaman, pues antaño aqui se dice que la Vieja Corvis está embrujada por los fantasmas de los primeros colonos, muchos de los cuales murieron den los pimeros dias de su construcción. Dicen que si te caes a uno de sus canales y te ahogas estaras condenado a vagar eternamente por la cuidad. Y que en la ciudad subterranea estos muertos pasean a la luz de la luna. Pero claro está si crees en estas cosas. La noche mas larga se acerca y como cada año el eclipse de sol oscurece todo Immoren, aunque aqui en Corvis es motivo de Fiesta y las calles de llenan de juerguistas y de espiritus se crees en lo que dicen las leyendas.

Estas fueron las primeras palabras sobre la ciudad de Corvis que me contó un anciano en el puerto cuando llegue. Realmente yo no creía en este tipo de cuentos para niños.
Fantasmas.... já a otro turista con esas cosas, yo había venido a esta cuidad a hacer fortuna, como la gran mayoría de las personas de los alrrededores de los pantanos. La gran Corvis hacia ya tiempo que me estaba llamando y yo decidi responder a su llamada.
¡Maldia sea!- pensé para mi cuando vi por primera vez el puerto de Corvis. Había grandes siervos de vapor llendo y viniendo con grandes cajas que harían falta casi 4 o 5 hombres para levantarlas. Los grandes barcos de vapor se entremezclaban con los antiguos veleros, es un espectaculo digno de admirar. Aun más con el sol cayendo lentamente sobre el agua del puerto e iluminando de color rojo y amarillo todo el lugar.

Las voces del mercado enseguida captaron mi atencion.
"Vino de Caspia", "Acero enano de Ghord, el mejor que podais buscar" telas, fruta, comida, todo tipo de bebidas y de objetos maravillosos que te hacen mirar de un puesto a otro sin pararte realmente a admirar su belleza o su valor. Puestos de comida por todas partes, pescados, carnes, y todo tipo de hortalizas, hasta de los elfos. Ahi detube mi mirada por primera vez desde hacia ya 3 horas, en los ojos de un elfo de pelo negro como el carbón y largo como lo puede ser el rio ViejaMecha que viene a desembocar a esta ciudad. Parecía un estupido mirandole a la cara como un barbáro sin modales, asi que acabe comprando un par de piezas de fruta que guarde en mi petate. Deambule durante un par de horas más por aquel atestado mercado, gente de un lado para el otro, mercaderes ofreciendo sus mercancias como las mejores que puedas ver nunca, guardias atentos a todo lo que pueda parecer sospechoso, con sus alabardas y pistolas siempre dispuestas. Los adoquines se juntan con la madera en un precioso conjunto que realmente parece que haya sido creado por Menoth, pero ha sido la mano del hombre la que le ha dado esa forma.
Empezaba a refrescar y yo necesitaba un sitio donde poder pasar la noche, asi que me puse manos a la obra. Saque mi viejo reloj y mire la hora: las ocho y media, una buena hora para cenar. Mire a un lado y al otro tratando de buscar una salida de aquella marea de gente que abarrotaba la plaza. Me fui a la derecha de un puesto de ropa y luego torci por un pequeño callejon con adoquines desiguales, con alguno fuera de su sitio aquí y allá, un hombre dormia sobre una manta mientras abrazada lo que parecia una botella de alguna clase de licor, tampoco le preste demasiada atencion. Segui un poco más hasta que di con una calle de mayor anchura y con un suelo mas conforme y firme. Piedras oscuras y otras mas blancas con un ancho suficiente para que pudieras poner un pie sobre cada una, confromaban una calle lo bastante ancha para poder dar paso a dos carros y a tres personas a cada lado, a ambos lados de esta habia tiendas, casas, tabernas y algun hotel, asi que me dispuse a buscar un sitio donde poder pasar aquella noche.

Me dolía todo el cuerpo y la falta de sueño ya me hacia estragos, no note que se me había abierto la boca en un sonoro bostezo hasta que me lleve la mano para taparlo. Note la mirada de varias personas a mi alrededor, pero tampoco le dieron mayor importancia. Gire a mi derecha un vi un cartel de madera con un crisantemo tallado sobre la superficie. "El Crisantemo Negro".
No tenía mal aspecto, una casa de ladrillo rojo con las esquinas en piedra blanca, de unos 3 pisos, y rematada en un tejado de teja y madera con una gran chimenea al fondo. Asi que decidí entrar.
Mis pies subieron los tres peldaños que separaban la calle de la doble puerta de madera con una de ella medio abierta, empujé y pose el pie derecho sobre una madera oscura, mientras mi pie izquierdo debaja atras la dureza de la piedra de la calle.
La sala cubierta por varias linternas de aceite era bastante grande, con un mostrador a mi derecha de madera oscura como el suelo y las dos mesas y cuatro sillas que habia a mi izquierda, sobre las cuales colgaba una gran lampara de ocho velas que solo tenia cinco encendidas, una pequeña alfombra cubria justo delante del mostrador, alli deje mi petate mientras me inclinaba sobre la madera y llamaba al chico que estaba tras la barra de la recepcion.

- Ehh muchacho- le dije- Necesito una habitacion para esta noche.

El chico se acerco desde una pequeña estanteria con unos sobres y algun que otro pergamino enrrollado. Se acerco al mostrador y saco un libro bastante grande de debajo, donde se puso a mirar. Tras doce paginas me miró y me dijo:

-Le dare la diez, es una de las mejores.

Rebuscó de nuevo bajo el mostrador y saco una gran llave de hierro con una filigrana en el cuerpo de la misma en forma de hoja de parra, de ella colgaba un trozo redondo de madera con el numero "10" en él.

- Por favor me puede dar su nombre- me dijo el chico con una pluma con tinta en su mano

Le mire con cara de sorpresa y a la vez un poco de amenaza. Y el chico se incorporo un poco sobre el mostrador sobresaltado.

- Eeees para el libro de registro.... señor- dijo un poco entrecortado.

Le volví a mirar y luego pose mi mirada sobre el libro que tenia entre los codos doblados sobre la barra de recepcion, sobre el que empezaron a caer botas de tintas de la pluma que el chico tenia en las manos.

-Ethion, mi nombre es Ethion- le dije mientras recogía mi petate del suelo y empezaba a subir las escaleras en busca de mi habitación, pero decidi pararme en el segundo peldaño de las mismas y mirar al joven de nuevo con la llave a la altura de mis ojos.

- Esta en el segundo piso..... señor.- dijo sin dejar de mirarme.

Subi las escaleras poco a poco y sin prisa con mi espada golpeando suavemente mis piernas en cada nuevo tramo que subía. La pistola no se movía demasiado de su sitio en el cinturón, pero al llegar al segundo piso la recoloque bien en su lugar para evitar que se fuera sola por ahi. De frente en el pasillo de las habitaciones empeze a mirar una a una las puertas mientras pasaba por delante, la mia era la ultima. Abri con la llave y me quede en el quicio de la puerta observando la cama de madera tallada con una manta verde ocre y una sabana medio blanca que asomaba por debajo, la silla y la mesa parecian en buen estado y lo mismo se podia decir del armario del fondo. Entré y deje mi petate en la mesa, me quité el cinturon y con la mano derecha sostube la pistola mientras lo hacía, deje mi espada y su vaina apoyados sobre la pequeña mesita que habia a la derecha de la cama, y la pistola sobre ella. Abri la ventana que habia a la izquierda de la mesa y pude ver la calle que habia recorrido hace poco llena de gente. Cerre y me apoye en el borde de la cama.

-"Mañana va a ser un largo día"-me dije a mi mismo. "Más vale que descanse un poco".
Iba a ser la primera noche, tras 1 semana que dormia bajo techo y en una cama que no se movía o estaba fria por la humedad. Me recoste hacia atras poniendo todo mi cuerpo sobre el colchon suave y mullido que ahora iba a aguantar mi peso toda la noche.

Bienvenidos a Immoren Occidental

Acerca una silla muchacho y trae una de esas jarras y te contare las historias más curiosas de este mundo que se conoce como Immoren. Siempre ha hábido y siempre habrá grandes historias que merecen la pena ser contodas, todos merecen ser recordados, unos más que otros.... pero en fin.
¿Por donde empezar? hay tantas historias conocidas que se han desarrollado bajo este cielo, viendo pasar las eras del hombre poco a poco bajo su azulado manto. Desde los tiempos del gran Morrow que ascendió y pasó a formar parte de los grandes, pasando por la creación de los primero fúsiles y los siervos a vapor que hoy son tan conocidos. Apenas se puede salir hoy a las calles sin toparse por doquier con las maravillas que el hombre en su afán de superación ha ido creando.
Pero son las historias de los hombres y mujeres de estas tierras las que de verdad tienen un motivo y son dignas de ser escuchadas.
Asi pues, permite que este anciano eche un trago más y te cuente la historia de unos aventureros que hace tiempo pasaron por estas tierras y dejaron una gran huella en los que vivimos sus andanzas y vimos sus hazañas.